Esta noche pasada, Pepi y Florita se pusieron de tiros largos para salir de fiesta por Tarifa. En el camino en autobús, conocieron a un grupo de funcionarios alemanes de vacaciones por Andalucía: Hans, Albert, Rudolf y Peter. Aunque no hablaban ni papa de castellano, las invitaron a cenar en una terraza que daba sobre el Atlántico. Comieron huevos fritos, chorizo, tortillas de camarones, y cuando no podían más se fueron a una Jaima playera donde, animados por la música chill out (y unos cuantos daiquiris de plátano) hicieron la conga egipcia (todavía hay fotos testimoniales circulando por la red). Después de despedirse de los simpáticos bávaros en la parada del bus y ya de vuelta al camping, Pepi y Florita pasaron la peor noche de sus vidas. El paseo marítimo estaba completamente a oscuras, por un corte de electricidad y la única iluminación existente era la del cielo estrellado. Por si eso fuera poco, en un momento dado empezaron a oír pasos que las seguían a corta distancia, lívidas por el canguelillo, empezaron a andar cada vez más y más deprisa, hasta que en un momento dado, echaron a correr despavoridas. Corrieron y corrieron hasta ver por fin la entrada del camping y ya dentro, respiraron tranquilas. Cuando estaban en la roulotte, riéndose nerviosamente por lo ocurrido, alguien llamó a la puerta. ¡Toc, toc! Pepi y Florita se miraron, las caras blancas cual papel. Florita abrió cautelosa la puerta y allí estaban... ¡Los cuatro funcionarios alemanes! Resulta que sin querer y, sin duda alguna, sin haberse dado cuenta, Pepi y Florita se habían quedado con la cartera de Hans y Peter y la cámara de fotos de Rudolf. Entre risas y disculpas, todos terminaron la noche con una conga egipcia que, de roulotte en roulotte, invitaba a los campistas a unirse (o a tirarles zapatos a la cabeza).
INGREDIENTES
(para cuatro personas)
- Cuatro huevos ecológicos
- Tres patatas medianas
- Dos dientes de ajo
- Una ramita de perejil fresco
- Un pellizco de sal
- Aceite de oliva
- Vinagre blanco
- Un poco de guindilla (opcional)
PREPARACIÓN
Cortamos en rodajas más bien finas las patatas, lavamos para quitar el exceso de almidón y secamos con papel de cocina. En una sartén ponemos una generosa cantidad de aceite a calentar y, cuando empiece a humear ligeramente, vamos poniendo en tandas las patatas friéndolas hasta que queden doraditas. Escurrimos de aceite en un plato con papel de cocina.
Con el mismo aceite de las patatas, freímos los cuatro huevos procurando que los bordes de las claras queden con "puntillita" y las yemas no demasiado hechas.
Vaciamos la sartén del aceite de freír dejando un poco en el fondo. En él pondremos el ajo en láminas y cuando se empiece a dorar, apagaremos el fuego y añadiremos un chorro de vinagre.
Para terminar servimos las patatas en una fuente, coronadas por los huevos y aderezado todo por la "ajada" con vinagre y sal bien repartida. Presentamos con un poco de perejil fresco picado y espolvoreado.
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