¿Os he contado alguna vez lo que le chifla a Florita el salmorejo? Si fuera por ella lo comería a todas horas (untado en pan, con jamón y huevo picado, como bebida...). Como ya habréis adivinado, Pepi y Florita llevan más de una semana comiendo salmorejo única y exclusivamente. Desde que Florita lo probara en un coqueto mesón de Córdoba no puede dejar de prepararlo en el camping, pedirlo en restaurantes y agenciárselo (por la noche y muy discretamente eso sí) de los mini frigoríficos de sus vecinos de bungalow. Pero Pepi ya no puede más. Todo le sabe a ajo, tiene la garganta irritada de tanta sopa fría y está hasta las narices de subsistir a base de líquidos. Bien es cierto que ha perdido cinco kilos pero... ¡Una necesita ingerir sólidos de cuando en cuando! Una de esas noches en que la pesadez de estómago no le deja pegar ojo, mientras Florita ronca plácidamente en su litera, Pepi contempla la idea de asfixiarla con la almohada de encaje de bolillos para después llamar a la policía y confesarlo todo desde un asador de chuletones. En su imaginación, el jurado pediría que la absolviesen por enajenación mental a causa de la falta de calorías. Finalmente, y tras meditarlo fríamente, decide sobreponerse a tan violentos pensamientos. Se coloca el chándal dominguero, agarra la bici de montaña y, aprovechando que son sólo las seis de la mañana, pedalea hasta la lonja de Cádiz para comprar las provisiones del día. Allí conoce a Juanino, un pescador de la lonja con el que ha entablado amistad. Además de venderle unas almejas fresquísimas, invita a Pepi a tomar un vermut en una freiduría del centro. Entre refrigerio y refrigerio, Juanino le cuenta cómo todas las semanas, realiza una performance de danza moderna en la plaza de Conil de la Frontera. Vestido de mimo (pero no de mimo cutre, sino más del estilo de Marcel Marceau) y con música de Philip Glass, representa al mar enfurecido ante la destrucción del ser humano. Ya de regreso en el camping (a las dos de la tarde) Pepi oye desde la puerta de la roulot como Florita ronca todavía plácidamente sobre el arma homicida de encaje. Con un gesto de desaprobación le coloca una pinza de la ropa en la nariz para amortiguar el ruido y se pone manos a las obra con el camping gas.
INGREDIENTES (cuatro personas aprox.)
Para los chipironcitos encebollados
- Medio kilo de chipirones frescos
- Dos cebollas
- Aceite de oliva
- Sal
Para las almejas al cava
- Un kilo de almejas
- Cuatro dientes de ajo
- Un vasito de un buen cava
- Una cucharadita de harina
- Aceite de oliva
- Sal
PREPARACIÓN
Los chipironcitos encebollados
Pochamos la cebolla cortada en juliana a fuego lento. Después incorporamos los chipirones y la sal, le damos un par de meneítos y en cuanto suelten el agua y quede sólo el aceite, apagamos el fuego. Servimos calientes.
Las almejas al cava
Calentamos el aceite y ponemos los ajos cortados en láminas para que suelten su aroma, acto seguido, incorporamos las almejas limpias de arena (previamente las habremos tenido en agua con sal un buen rato). En cuanto se abran, regamos con el cava, en el que previamente habremos disuelto la harina a través de un colador fino (removiendo con una cuchara para que se deshaga bien la harina). Mezclamos los sabores en la sartén y esperamos a que espese la salsa. En cuanto estén hechas las almejas, las retiramos del fuego para que no se hagan demasiado ya que deben quedar jugosas.
El salmorejo tambien es uno de mis vicios de verano, me encanta. Mañana compro chpironcitos, se me ha hecho la boca agua de pensar en ellos. Enhorabuena por el blog.
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